El despertador volvió a sonar a las 8, duchas,
desayuno y a la estación de tren. Hoy íbamos a usar
otra línea ferroviaria, Ferrovie Appulo Lucane, que nos llevaría a Matera.
Compramos los billetes en la ventanilla (4’90 €) y entonces vimos un cartel en
el que ponía la fecha de hoy y la palabra Sciopero,
mal asunto, había huelga por la tarde de 16’45 a 20’45.
Subimos al andén (está en el primer piso), a coger
el tren de las 10’05. Antes de subir al tren había que fijarse bien porque era
de 4 vagones, pero dos iban a Matera y 2 a Gravina in Puglia (al llegar a
Altamura el tren se divide y cada mitad del tren sigue su ruta). No es difícil
acertar el vagón, porque está indicado en un luminoso en el lateral, pero claro,
lo de que el tren se divida durante la ruta, no es algo a lo que nosotros estamos
acostumbrados. Inicialmente, nosotros pensábamos que habría que bajar en
Altamura para cambiar de tren, pero está bien pensado lo de dividir el tren
desde la estación de origen.
En esta compañía, el tren también salió con un retraso de 10-15 minutos, la
duración del trayecto hasta Matera es de 1’40 horas. Tuvimos tiempo de sobra
para ver el tema de los horarios de vuelta, porque por esta línea (y Ferrovie
del Sud Est también), en los horarios, ya tienen marcados los asegurados en
caso de huelga.
Al llegar a Matera Centrale, compramos los billetes
de vuelta y el señor de la ventanilla nos confirmó el mismo horario que
habíamos visto nosotros, una pena la huelga, porque nos dejó la visita en dos horas
justitas.
Al llegar a MATERA
estaba cayendo una buena nevada, el paseo al centro fueron escasos 10 minutos.
Nada más llegar, nos tomamos un capuchino y un espressino, para entrar en
calor.
Y luego a las vistas panorámicas, el mirador está
en la PIAZZA VITTORIO VENETO, desde allí se obtienen unas vistas increíbles de
Matera; solo por ellas merece la pena venir.
Luego decidimos ir a la Catedral, que es lo que se
ve justo al fondo de las fotos, aunque parezca más lejos y haya que bajar y
subir, el Google Maps nos decía que eran 15 minutos, y como las rutas que le
habíamos calculado andando, las había acertado, con paciencia y cuidado de no
resbalar, bajamos y subimos en el tiempo previsto.
Hicimos fotos desde la puerta de la Catedral, donde
las vistas son bonitas pero no tanto como las del mirador que esta justa enfrente, donde estábamos antes.
Entramos a la CATTEDRALE DI MARIA SANTISSIMA DELLA
BRUNA, del siglo XIII en estilo románico pugliese, como las de Bari.
En la Catedral nos ofrecieron diversas excursiones por
iglesias de los Sassi, pero el día no estaba para mucho y además no teníamos
tiempo.
Los Sassi son la parte antigua de Matera y
corresponden a una ciudad entera excavada en la toba (roca calcárea muy
porosa). Las cuevas excavadas, la densa
red de callejuelas, junto con las iglesias rupestres, son Patrimonio de la
Unesco desde 1993.
Al salir apenas nevaba, así que callejeamos un poco
por unas calles más que tranquilas, en las que apenas nos cruzamos a nadie. Y
al poco fuimos cogiendo el camino de vuelta.
Volvimos a las vistas panorámicas de la PIAZZA
VITTORIO VENETO, para despedirnos de la bonita Matera y repetir las fotos ahora
que ya no nevaba; esta vez como era de esperar salieron un poco más nítidas y
además no había nadie en el mirador.
Compramos una focaccia
para comer algo rápido en la estación, mientras esperábamos el tren.
La estación de tren es bastante pequeña, pero por
lo menos es subterránea y te puedes reguardar del frío. Poco antes de la hora
del tren, las 14’26, desapareció de la pantalla nuestro tren, los locales permanecieron
allí sin inmutarse, tras un rato comentado, que pasa, y si no viene, pero si
este era asegurado en caso de huelga; total que a la hora más o menos que tenía
que pasar (con los 10-15 minutos de retraso habituales), pasó el tren. Por lo
menos como el tren acababa de salir de la estación anterior, venía casi vacío y
pudimos sentarnos sin problemas.
Durante el trayecto, se pasó casi la mitad del camino
nevando; más que al venir. Así que en el viaje de vuelta disfrutamos de un
bonito paisaje.
Al llegar a Bari, antes de subir a casa, hicimos parada en el supermercado y compramos algunas cosas que nos faltaban para el desayuno.
Un poco de descanso, un poco de tv y un poco de
internet para organizar las visitas de mañana.
Y poco más de las 8 salimos a cenar, ya teníamos
hambre, repetimos en Mastro Ciccio, con este mostrador es difícil resistirse a seguir probando.
Pedimos un Lu Sole que es un panini con filete de pollo rebozado, un panzerotto de búfala que es la empanadilla frita típica de la zona, y un par de arancini que son como croquetas rellenas de arroz en vez de bechamel. El panini bastante rico, el panzerotto no estaba mal pero un poco contundente, aunque nos podíamos ir sin probarlo y los arancini sin que estuvieran mal no nos convencieron mucho, y para beber un par de cervezas; todo nos costó 15 €.
Pedimos un Lu Sole que es un panini con filete de pollo rebozado, un panzerotto de búfala que es la empanadilla frita típica de la zona, y un par de arancini que son como croquetas rellenas de arroz en vez de bechamel. El panini bastante rico, el panzerotto no estaba mal pero un poco contundente, aunque nos podíamos ir sin probarlo y los arancini sin que estuvieran mal no nos convencieron mucho, y para beber un par de cervezas; todo nos costó 15 €.
Tas la cena no nos pudimos resistir a probar un postre
que habíamos visto, allí mismo en Mastro Ciccio, unos frittelle,
nosotros lo pedimos con nutela y pistacho; con lo sencillo que es este postre y
lo riquiiiisimo que estaba. Y sólo 3 €.
Tras la cena y el postre, rápidos a casa, la noche
seguía muy fría y con viento.
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