Día 3: llegada a Alberobello

Como ayer, a las 7 de la mañana nos despertaron las campanas, nos levantamos, preparamos la maleta en un momento y bajamos a desayunar. Hoy tocaba en casa, porque el Caffè Alvino los martes está cerrado, nos preparamos nosotros mismos el café con leche, ellos te dejan el resto preparado en la mesa, habían tostadas y bollos industriales, y unos ricos pasticciottos que nos había dejado Simona.


Tras el desayuno nos despedimos y sobre las 9’20 salimos hacia la estación, por suerte a aquellas horas no llovía, porque cargados con las maletas hubiera sido un engorro.

Compramos los billetes a Alberobello (8’40 €), el tren tenía su salida a las 9’50 y cuando llegamos al andén, nuestro trenecito ya estaba allí. Nos instalamos y con el habitual retraso de 10-15 minutos se puso en marcha.



Por delante teníamos alrededor de dos horas y media de viaje hasta Martina Franca, donde había que hacer trasbordo para llegar a Alberobello. El tren, era de un solo vagón y de una antigüedad considerable, pero hemos de decir que el viaje se nos pasó volando. En estos mini trenes va el maquinista y otro empleado de la compañía que va dando la salida al tren en cada estación del recorrido. El tren no va a más de 40-50 km/h, en Lecce nos dijeron que esa velocidad es debida a un accidente; van tan despacito que no se nota ni el traqueteo.


La llegada a Martina Franca estaba prevista a las 12’34 pero llegamos con el cuarto de hora de retraso con el que salimos de Lecce, más o menos. Tuvimos que esperar una media hora (hay sala de espera con calefacción), para coger el que nos llevaría hasta Alberobello.

El tren que nos llevó a Alberobello era más nuevo, y aunque su hora de salida era a las 13’16 también llevaba algo de retraso, este trayecto era de sólo 15 minutos.



A estas alturas del viaje ya estábamos empezando a entender, lo de que siempre llevaran algo de retraso y es que como prácticamente todo el trayecto que hemos hecho solo hay una vía, los cruces se tienen que hacer en las estaciones, y en el momento que uno se retrase, ya le va afectando a todos. En su favor hay que decir que tampoco acumulan mayores retrasos de 15 minutos, y que a veces esperan a que llegue un tren para no fastidiarte el enlace.

Al llegar a Alberobello, con la ayuda del Google Maps, en 10 minutos llegamos a la oficina donde se hacía el check-in. Decir que aquí en Alberobello, lo normal es hacer el check-in en una oficina y que la casa se encuentre en otro sitio, porque están repartidas por el pueblo.

En la oficina de Tipico Resort, nos atendió Donato, en un mapa nos fue indicando todo lo interesante que ver, así como una selección de restaurantes. Ya podíamos entrar en nuestra casita, que estaba a un par de minutos de allí; aunque Donato nos llevó en su coche.

Nos explicó todo lo de la casa, que nos gustó mucho, y además estaba muy calentita; se notaba que la calefacción llevaba puesta un buen rato. Nos despedimos y ya no nos entretuvimos más, eran ya las 2’30 y teníamos hambre.

Fuimos directos al que más cerca teníamos de los que nos había recomendado Donato, el Il Pinnacolo, pedimos una ensalada de pulpo para picar, unas orecchiette que es la pasta típica de la región de La Puglia y un helado de limón para compartir, que junto con las cervezas y los chupitos de limonchelo, nos costó 42 €. Muy rico y nos pareció bastante barato, además el sitio muy bonito y acogedor.


Insalata di Polipo

Orecchiette al Trullo





El día estaba bastante nublado, pero aprovechando que no llovía, dimos un paseo, para ojear este bonito pueblo con esas construcciones tan curiosas, llamadas trullo, que tanto nos habían llamado la atención.














Parrocchia Sant'Antonio

Parrocchia Sant'Antonio


Luego fuimos un rato a la casa y como allí íbamos a pasar tres noches, deshicimos un poco las maletas y nos instalamos. Descansamos un rato tirados en el sofá y vimos algo en la televisión.

Salimos ya de noche y dimos una vuelta, si durante la tarde nos había parecido tranquilo a aquellas horas todavía más. Ya estaba casi todo cerrado, así que íbamos casi solos por las calles.


Antes de cenar queríamos tomar algo, pero no encontrábamos un bar o cervecería, así que como pasamos por la oficina de recepción, entramos a preguntar, y nos dijeron que los martes habían muchos bares cerrados; así que callejeamos y en una pizzería para llevar que estaba abierta, no lo dudamos y nos quedamos a tomar unas cervezas.

Como vimos que en Pizzeria Pozzo Contino, no paraba de entrar gente a pedir pizzas para llevar, dedujimos que eran ricas, así que como resultaba que tenía un salón abajo, allí mismo nos quedamos. Desde nuestra mesa se podía ver la terraza, que en verano tendrá unas vistas excepcionales. Las pizzas, junto con las cervezas (tanto las de antes de cenar como las de la cena) nos costó 25 €; una cena muy rica y baratita.



Al salir estaba lloviendo, así que nos fuimos a nuestra casita, que teníamos muy cerca.

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